Pontevedra. Lunes por la mañana. Día fresquillo. Unos 22º. Te sientas con ánimo de darle caña al chollo. Abres el correo. En la bandeja de entrada un correo electrónico de inspección. Te salta el corazón. Compruebas que no es spam... No lo es. Se acelera el pulso... el ánimo se afloja. Te sientes mal. Si fueses una presa de la sabana los depredadores olerían tu miedo a metros de distancia. Vas al enlace. Vas al meollo de la info pensando que por dónde vendrá el golpe y si será o mortal o no... y te encuentras con una carta informativa sobre los golpes de calor. En el minuto y pico del proceso, el estrés me ha envejecido dos meses de golpe.